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¿Qué es el arte de la danza?, ¿qué significan el cuerpo y lo divino en ella? Para encontrar algunas respuestas a estas preguntas tan fundamentales en el momento de pensar en la danza, tal vez os ayudaría conocer a un bailarín excepcional y uno de los más grandes en la historia del arte de la danza. Su nombre es Vaslav Nijinsky: nació en el Kiev del Imperio ruso en 1890 y murió en Londres en 1950.

Por su sensibilidad artística tocada lo divino pero vulnerable. En 1919 a sus 29 años de edad, empieza a quebrarse su mente y le diagnosticaron esquizofrenia (aunque en mi opinión ese diagnostico de aquél tiempo, no es cierto del todo). Desde entonces vivió durante 30 años hasta su muerte, encerrándose en su propio mundo interior, en su mente crepuscular y silenciosa bajo el esmerado cuidado de su esposa Romola Nijinsky, la condesa.

Al inicio de este periodo calificado de “loco “, Nijinky escribió su conocido diario. Este valioso texto (de un loco) nos muestra un verdadero pensamiento de la unión entre el cuerpo y el alma, de anhelo por lo divino, y de fuerte rechazo de la oscura mente y el mal del hombre que representa como el horror de la guerra. Él dialogaba con lo superior en ese diario como un visionario. Es un pensamiento de la vida y del cuerpo ligado directamente al alma, a lo divino.

Sus pocos años sobre el escenario como el bailarín principal de la compañía de Les Ballets Russes, fueron suficientes para demostrar la gran capacidad de expresión corporal, casi celestial, que Nijinky pudo alcanzar. Su legendario salto o sus pasos no solo carecían de la gravedad de la tierra sino que no parecían pertenecer a un ser humano. Vaslav Nijinky era uno de los pocos bailarines que lograba convertir su propio cuerpo en puro espíritu a través de la magia de su baile.

Cada actuación de su danza sobre el escenario era un rito sagrado que llevaba al público al umbral del otro mundo, donde habitan estos seres en que Nijinsky se convirtió a través de su baile. Como su polémico y aplaudido “La siesta del fauno” con la música de Claude Debussy con su propia coreografía absolutamente innovadora, la tragedia de un títere enamorado en la “Petruska”de Ígor Stravinski, “Dios Azul” del oriente, el esclavo de “Schéherazade”, o su afamado “El espectro de la rosa” tan etéreo como el verdadero espíritu de los pétalos de la rosa.

Tras casi 30 años de inactividad absoluta y de silencio en su vida por la causa de su enfermedad mental, en 1950 Vaslav en su lecho de muerte, ya inconsciente en el hospital, repitió el movimiento de cruzar sus brazos sobre la cabeza como lo hacía en su “El espectro de la rosa”, que estrenó en el Teatro Montecarlo en 1911. Con este baile Nijinsky extasió aquél público burgués, aburrido, decadente con su fuego de belleza aún desconocida hasta entonces.

Esa noche que murió Nijinsky, su hija mayor Kyra, estando lejos del hospital donde estaba muriendo su padre, sin saber esa fatal noticia, vio una visión de su padre pero joven, bailando como un dios ese “El espectro de la rosa” en su habitación.

 

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